domingo, 13 de abril de 2014

Tortuga Bay y el sorprendente encuentro con los tiburones

Tortuga Bay es una de las playas de la isla Santa Cruz (Galápagos), ubicada a un costado de la ciudad.  Para llegar a su hermosa arena blanca es necesario caminar alrededor de tres kilómetros por una vía habilitada para el efecto, rodeada de maravillosos cactus, pinzones, lagartijas y en general vegetación de la zona. 

A causa de la distancia es importante ir aprovisionados de suficiente líquido, pues en momentos el calor es fuerte; o obstante, el esfuerzo vale la pena.

Al final de la vía está la playa con una arena que se mantiene fría, pese a la temperatura exterior y provoca caminar sobre ella sin calzado.  Según el guía, esto se debe a que está compuesta básicamente de restos de conchas.  Sin embargo, el primer tamo del mar está vedado para los bañistas, debido a la fuerza de las olas que más bien son aprovechadas por los surfistas.  El recorrido continúa unos quince minutos más por la playa, hasta llegar al área de manglares donde se forma una pequeña bahía de aguas calmas en las que es posible bañarse, nadar, practicar snorkel, etc.

Pero antes de arribar a este sitio pudimos observar el tranquilo nado de pequeños tiburones, prácticamente a la orilla del mar.  Las límpidas aguas nos permitían observarlos nítidamente y disfrutar de un espectáculo que al principio generaba temor dados los antecedentes que tenemos de los escualos, traídos por las producciones cinematográficas en las cuales son protagonistas de ataques al ser humano.  Pero estos eran distintos.  Especies calmadas que hasta parecían sonreírnos y solo cambiaban de expresión cuando estaban a punto de chocar con los pies del intruso. (ver video adjunto)



En las partes bajas de la bahía también es posible divisar bancos de pequeños peces que cambian su curso al sentir de cerca a los visitantes, mientras a un costado se alimentaban los cangrejos con las algas impregnadas en las rocas.

Los pelícanos esperaban para atrapar su comida y de rato en rato se daban un clavado en el agua para obtenerlo.  En tanto, tres parejas de iguanas tomaban sol en la arena, sin inmutarse por lo que pase a su alrededor.


Así pasaron las horas en este divino paraje, hasta que llegó el momento de la larga caminata de retorno.



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