martes, 8 de abril de 2014

Las Grietas, en la isla Santa Cruz

A un costado de la ciudad de Puerto Ayora, capital de la isla Santa Cruz, está un sitio fascinante enclavado entre paredes verticales de grandes rocas volcánicas, en cuyo fondo aparece una agua azulada salobre: Las Grietas.


Para llegar a Las Grietas es necesario abordar un taxi fluvial en el muelle de Puerto Ayora, el que por menos de un dólar por pasajero, nos lleva hacia otro muelle muy cercano (menos de cinco minutos de distancia) donde se desembarca e inicia una caminata de alrededor de veinte minutos hasta el destino de llegada.

El turista generalmente tiene expectativa por lo que verá en ese sitio, no obstante durante todo el trayecto existe mucho por apreciar tanto en fauna, flora, geografía e incluso costumbres de la localidad.  El camino está señalizado adecuadamente, de tal manera que si el visitante acude sin guía, no se perderá o desviará.

Junto al muelle y a lo largo de una cuarta parte del camino se aprecian edificaciones de hoteles y viviendas particulares con aire europeo, que en general son propiedad de extranjeros que se asentaron en el lugar y en algunos casos acogen a turistas. 


A medida que avanzamos custodian la orilla de la ruta los gigantes cactus endémicos de las islas, que pueblan toda el área en cinco variedades distintas.  Su altura y forma impresionan y rompen los estereotipos de sus familiares que habitan en el territorio continental ecuatoriano.   Hay muchos tan altos, que la parte baja de su tronco (expuesto a la mirada de los caminantes) da la idea de estar cubierto por una madera barnizada y texturizada por la mano del hombre.

De estas plantas comen tranquilamente los pinzones, que solo se detienen un momento en su ajetreada labor, al sentir la mirada de los turistas o la cercanía de los lentes de las cámaras fotográficas.

Toda la ruta está diseñada sobre roca volcánica, que sirve también como bordillo del camino, por lo que se hace necesario usar calzado cerrado y con labrado para evitar lastimarse los pies.

En algunas áreas hay pequeños espacios que guardan agua de mar, ingresada durante alguna corriente alta y en cuyo alrededor creció mangle.

Mi caminar se interrumpe incesantemente debido al paso apresurado de las lagartijas, que en momentos se detienen desafiantes exhibiendo la hermosa combinación de colores en su cuerpo: café, rojo, amarillo, negro azulado, etc. y que solo huyen cuando sienten que mis manos se acercan con la cámara fotográfica.

Cuando estábamos al menos a la mitad de nuestro destino llaman la atención unos grandes espacios de agua empozada y hasta fétida, pero con bellas tonalidades rosáseas.  Se trata de piscinas de sal o salinas donde el agua marina que ingresó se evapora por la exposición al sol y deja la sal que luego será usada para “salar” el bacalao que se comercializará al continente para la elaboración de la Fanesca, platillo tradicional de consumo en la Semana Santa.

El recorrido y el calor agotan, sin embargo arribar a Las Grietas vale todo el esfuerzo.  Al llegar se lo hace a la parte superior, por lo que es necesario descender al menos unos cien metros entre gigantes rocas volcánicas.  Afortunadamente existen unas escaleras de madera adecuadas para bajar sin mayor riesgo.  Al fondo de está nos espera agua cristalina entre azulada y verdosa que deja ver las rocas de sus costados.  El gran premio del día es nadar en estas, donde también se puede hacer algo de buceo superficial (snorkel). 

El agua es relativamente fría y permite nadar con facilidad.  Al descansar sobre alguna roca y ubicarse allí sin movimiento, se puede observar a curiosos peces que se acercan a reclamar por la invasión de su espacio, pero se alejan rápidamente ante la mínima acción del intruso.


Mirar hacia arriba nos permite reconocer las maravillas de la vida y la naturaleza dispuestas en esas dos paredes verticales con rocas perfectamente adosadas, que solo dejan el espacio suficiente para la entrada del sol que da vida a esa agua prácticamente estática, pero que cambia conforme sube la marea.  Sí, el paraíso existe, y este sitio es parte de este.

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