lunes, 25 de marzo de 2013

Un tesoro ambiental escondido muy cerca de Quito

Muy cerca de la capital ecuatoriana (a 45 km.) está ubicada la Reserva Ecológica Antisana que se extiende en un área de 120 000 hectáreas.  Esta área protegida por su riqueza natural, toma su nombre del volcán Antisana, una elevación activa de 5 758 metros de altura.  Al sitio se puede llegar desde la provincia del Napo (a donde pertenece físicamente la reserva) o desde Quito, tomando la ruta que lleva a la población de Píntag (oriente de la ciudad). 
Llegar a este volcán es sin duda una tarea para montañistas especializados; sin embargo, los citados que aman la naturaleza, tienen una opción más amigable para admirar su grandeza y disfrutar de su entorno: ir a la laguna La Mica.
Ubicada en los páramos del Antisana  (al sur occidente de este nevado) está la laguna de La Mica, en los 3 900 msnm.  Con un paisaje místico donde es fácil observar varias especies de flora y fauna andina, y si el visitante tiene suerte podría incluso divisar el majestuoso cóndor que tiene uno de sus últimos refugios en el lugar.
Desde Píntag, el turista admira la riqueza de la vida en el campo: sus amplios pastizales, el numeroso ganado alimentándose apaciblemente.  Se puede admirar tres pequeñas lagunas enclavadas en una gran masa de roca volcánica y cuyo manejo está en manos privadas: Secas, Tipo-Pugro y Muertepungo. 
Al acercarse al destino final, y luego de un trayecto de al menos dos horas por un camino aceptable para un vehículo familiar, llegamos a La Mica.  Esta laguna, al igual que la Reserva Antisana, está bajo la administración del Ministerio del Ambiente quien ha establecido normativas claras para los visitantes a fin de evitar daños a la naturaleza o intervenciones que la afecten, como: no se puede ingresar con mascotas, no es posible acampar, prender fuego o ingresar con un vehículo hasta el área de la laguna.
Por su altitud y geografía, para pasear en este páramo es indispensable ropa abrigada y poncho de aguas, y recomendable el uso de botas de caucho. 
Los vehículos esperan en el parqueadero.  Los visitantes ingresan a pie bien sea para conocer la laguna y recorrer sus alrededores, o también para pescar ya que en sus aguas hay truchas, cuya captura controlada permiten las autoridades debido a que no son especies nativas.
Al recorrer por los caminos se puede apreciar varias especies de aves andinas como el curiquingue, y en la laguna patos y gallaretas.  No es de sorprenderse que, en los días de menor afluencia de visitantes, uno se encuentre en con un venado que al verse descubierto, emprenda una rápida huida.
El agua de la laguna es cristalina, muy fría y lo más importante para los quiteños, es la proveedora del líquido vital para el sur de Quito pues forma parte del proyecto La Mica-Quito Sur que puso en marcha el Municipio de Quito entre 1999 y 2000 y que dota de agua a al menos 160 barrios.
En fin, visitar La Mica es una experiencia enriquecedora que todo quiteño debería adquirir.

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